HECHOS HISTÓRICOS PROTAGONIZADOS POR EL
PERSONAL CIVIL EN LA GUERRA DE MALVINAS
Los hechos históricos demuestran que la actuación del personal civil durante la guerra de las Malvinas encuadra plenamente en el concepto de «Acciones Heroicas», según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que lo define como: «Esfuerzo eminente de la voluntad y de la abnegación, que lleva al hombre a realizar hechos extraordinarios en servicio de Dios, del prójimo o de la Patria». Los civiles realizaron este tipo de acto en servicio de la Patria y pagaron por ello una significativa cuota de sangre. Es oportuno, entonces, recordar algunos hechos y antecedentes que contribuyen al enriquecimiento del conocimiento histórico nacional, para legado y ejemplo de las futuras generaciones de argentinos.
La participación activa de personal civil actuando como auxiliares de las Fuerzas Armadas durante los tiempos de crisis internacionales donde se jugaba el destino de intereses nacionales vitales, tiene antecedente inmediato en la crisis con Chile por la disputa territorial en el Canal de Beagle en 1978. En aquella oportunidad el empleo de las unidades de la Flota de la Marina Mercante (ELMA e YPF) tripuladas por personal exclusivamente civil, permitió una espectacular movilización de fuerzas y abastecimiento hacia el sur demostración de capacidad logística que fue un factor debidamente ponderado por el Estado Mayor Chileno y que influyó a tomar la decisión de aceptar la mediación papal. Otros civiles fueron afectados a distintas tareas.
En lo que respecta al papel desempeñado por el sector civil durante la gesta de Malvinas, procederemos a mencionar los principales donde los civiles protagonizaron acciones y servicios claves para la causa nacional, muchos de los cuales están documentados y descritos en el libro «Civiles por Malvinas» (Editorial Cruz del Sur, Buenos Aires, 1996).
HECHOS HISTÓRICOS PROTAGONIZADOS POR EL
PERSONAL CIVIL EN LA GUERRA DE MALVINAS
Los hechos históricos demuestran que la actuación del personal civil durante la guerra de las Malvinas encuadra plenamente en el concepto de «Acciones Heroicas», según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que lo define como: «Esfuerzo eminente de la voluntad y de la abnegación, que lleva al hombre a realizar hechos extraordinarios en servicio de Dios, del prójimo o de la Patria». Los civiles realizaron este tipo de acto en servicio de la Patria y pagaron por ello una significativa cuota de sangre. Es oportuno, entonces, recordar algunos hechos y antecedentes que contribuyen al enriquecimiento del conocimiento histórico nacional, para legado y ejemplo de las futuras generaciones de argentinos.
La participación activa de personal civil actuando como auxiliares de las Fuerzas Armadas durante los tiempos de crisis internacionales donde se jugaba el destino de intereses nacionales vitales, tiene antecedente inmediato en la crisis con Chile por la disputa territorial en el Canal de Beagle en 1978. En aquella oportunidad el empleo de las unidades de la Flota de la Marina Mercante (ELMA e YPF) tripuladas por personal exclusivamente civil, permitió una espectacular movilización de fuerzas y abastecimiento hacia el sur demostración de capacidad logística que fue un factor debidamente ponderado por el Estado Mayor Chileno y que influyó a tomar la decisión de aceptar la mediación papal. Otros civiles fueron afectados a distintas tareas.
En lo que respecta al papel desempeñado por el sector civil durante la gesta de Malvinas, procederemos a mencionar los principales donde los civiles protagonizaron acciones y servicios claves para la causa nacional, muchos de los cuales están documentados y descritos en el libro «Civiles por Malvinas» (Editorial Cruz del Sur, Buenos Aires, 1996).
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Integrado por cuatro técnicos operadores de la empresa ENTEL. Comienzan a establecer este servicio fundamental de enlace al mismo tiempo que el grupo Telepostal. Mantuvieron las comunicaciones radiotelefónicas durante casi toda la contienda durante las 24 horas del día, aún bajo bombardeo enemigo.
El grupo de obreros contratado para desmantelar la vieja planta ballenera en las Islas Georgias, fueron la punta de lanza del proceso de reafirmación de nuestros derechos soberanos. Izaron por primera vez valientemente la bandera nacional en aquel territorio desafiando frontalmente a la Potencia ocupante. Este grupo estuvo bajo fuego enemigo, luego como prisioneros de guerra fueron internados en la Isla Ascención. La Armada Nacional los ha reconocido como Veteranos de Guerra comprendidos en la Ley 23.848.
El día anterior de establecerse oficialmente la Gobernación Militar Argentina de las Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur, un reducido grupo de funcionarios jerárquicos de ENCOTEL abrió la oficina telepostal de Puerto Argentino. De esta manera se reafirmó ante la Comunidad Internacional nuestros derechos soberanos. Atendieron no solo las necesidades de nuestras tropas, sino también las de la poblacion civil local, aún la establecida en remotos asentamientos rurales, que fueron regularmente abastecidas desde el aire por los propios funcionarios. Estas misiones implicaban gran riesgo de vida, pero dada su importacia estratégica, fueron llevadas a cabo con verdadera abnegación al deber.
Es el grupo de civiles más numeroso, que con devoción al deber, participo en la gesta desde el principio al fin. Tripularon los buques mercantes que fueron llamados a cumplir funciones de logística para las Fuerzas Armadas (transporte y abastecimiento) en el Teatro de Operaciones y tareas de exploración e inteligencia en alta mar que abarcó prácticamente todo el Océano Atlántico, incluso la base enemiga de la Isla Ascención. Sufrieron considerables bajas, tres unidades fueron hundidas por acción enemiga directa (Narval, Isla de los Estados, Río Carcarañá) con 16 muertos y varios heridos: otro también por acción enemiga, tuvo que ser abandonado en la Bahia Fox (Bahía Buen Suceso); el Buque Formosa fue confundido y averiado por acción aérea propia y el remolcador Yehuin, que cumplió numerosas misiones de abastecimiento entre las Islas, fue finalmente capturado por el enemigo en Puerto Argentino y su tripulación tomada prisionera. El desempeño de esas tripulaciones mercantes han merecido incluso el reconocimiento británico, pues en gran medida sufrieron las mismas angustias y sufrimientos que los marinos mercantes aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Se los menciona en varias memorias y tratados publicados por autores ingleses, entre ellos del conocido historiador Martín Midelbroock en su libro «Task Force» y «Fight for the Malvinas». Los nombres de los que no pudieron volver a puerto están grabados en el mármol del Monumento a los Héroes de Malvinas en la Plaza San Martín de Buenos Aires.
Es innegable la importancia que tiene en le guerra moderna una cobertura periodística adecuada a los fines estratégicos perseguidos, sin dejar por ello de cumplir cabalmente la misión específica del profesional periodista que es ni más ni menos que informar y dar testimonio de los acontecimientos. Al respecto debemos reconocer que el adversario británico, con su experiencia bélica de varios siglos, fueron y son maestros en el tema. Sin embargo con medios más escasos, un puñado de profesionales argentinos y civiles se desempeñaron excelentemente en su campo específico, teniendo para ello que compartir en gran medida los mismos peligros y privaciones que el soldado en el frente. Estuvieron presentes en la misma Operación Rosario, junto con las tropas de desembarco el día 2 de abril y continuaron con nuestras fuerzas hasta el último día de la guerra.
Conformó un selecto grupo de Pilotos Civiles, que se integraron a la Fuerza Aérea Argentina para operar en el espacio aéreo del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur en misiones de tareas de diversión (distracción de las fuerzas enemigas), guiado de escuadrillas, retransmisión de comunicaciones, exploración y reconocimiento, búsqueda y salvamento, transporte de carga y personal, información meteorológica y patrullaje costero. Especialmente destacables y riesgosas fueron las tareas de diversión, que consistían en engañar al enemigo, provocando falsas alertas y desgaste de materia y energía. Muchos exitosos ataques de nuestras fuerzas fueron posibles gracias al valor y la pericia de estos pilotos civiles.
En estrecha colaboración con sus colegas periodistas, este grupo hizo posible que la voz de Argentina sea oída hasta en los más apartados confines del mundo, neutralizando en gran medida la insidiosa propaganda enemiga. Contribuyó eficazmente a mantener la moral de nuestras tropas con programas locales de esparcimiento y a minar las del enemigo a través de la acción psicológica emitida al éter. Inauguró la primera emisora de Televisión en las islas.
Este grupo bajo la dirección del Ingeniero Alberto Graffuri, de Vialidad Nacional, con valiosa experiencia anterior ganada durante el conflicto limítrofe con Chile, fue adscripto a la Compañía de Ingenieros de Combate 601. Estaba compuesto por 15 técnicos y maquinistas viales, cuatro de Vialidad Nacional y 11 de las empresas privadas S.A.D.E. y KION. Tuvieron a su cargo trabajos de conservación de caminos, construcción de accesos y preparación de pistas para la operación de helicópteros, mejoramiento del Aeropuerto, en especial la reparación de los daños causados por los bombardeos. La labor realizada por este grupo fue tan eficaz, que mereció de parte del Ejército en su Informe Oficial sobre el Conflicto de Malvinas el siguiente comentario: «Este personal compartió todas las vicisitudes del Personal Militar. Sufrió los efectos del clima, la alimentación carenciada y los permanentes bombardeos navales y terrestres. Ante estos ataques tuvieron que pasar muchas noches en los pozos de zorro, pero igual cumplieron sin desmayos con su misión. Estos hombres constituyen un destacado ejemplo de valor cívico, abnegación y dedicación en el desempeño de su tarea profesional. Estos méritos los hacen acreedores al reconocimiento de la ciudadanía. El Ejército Argentino al recordar esta gesta, desea dejar expresada su gratitud».
La labor espiritual y humanitaria desarrollada por el grupo de Capellanes es digna del mayor elogio y reconocimiento posible. Contribuyó eficazmente a realzar y mantener la moral de combate de nuestras fuerzas. Paradigma de esta vocación de servicio a Dios y la Patria, entre otros, es la labor del Padre José Fernández, ampliamente reconocida por todos los sectores y que aún hoy en día continúa con su obra de asistencia a los veteranos ex – combatientes. Los Capellanes en las Islas no dudaron en poner en juego sus propias vidas en medio del fragor del combate, corriendo de pozo en pozo, de trinchera en trinchera, ejerciendo su ministerio. Acompañan a nuestros soldados hasta el final, incluso durante el período de cautiverio en manos del enemigo.
Este grupo de voluntarios civiles también tiene origen en la crisis de 1978 cuando la Fuerza Aérea crea la Red de Observadores Aéreos, cuya misión primordial consistía en entrenar un grupo de radioaficionados para la misión especial de servir como advertencia temprana contra ataques aéreos y movimiento de unidades enemigas, similar a los famosos «Observer Corps» británicos que tan eficaces resultaron para la defensa aérea en aquellos críticos días del verano de 1940. Operando en pequeños grupos desde solitarias alturas elegidas estratégicamente, equipados con transmisores y radares portátiles, soportando estoicamente el severo clima de la Isla, daban aviso temprano de los movimientos de naves y aviones enemigos a la defensa argentina, de manera que por su accionar la mayoría de los ataques enemigos perdían la ventaja del factor sorpresa. Fuentes británicas imputan este factor como causante del derribo de varios Sea Harriers. Esta gente, además, por su carácter de civil, corrieron el serio riesgo de quedar afuera de las disposiciones del Pacto de Ginebra en caso de ser tomados prisioneros por el enemigo. De hecho algunos de ellos, cuando llegó el amargo día de la rendición, pudieron escapar a ese destino mimetizándose entre la tropa prisionera.
Un pequeño grupo de médicos civiles sirvió en el Teatro de Operaciones durante la contienda, atendiendo con admirable abnegación no sólo las necesidades médico sanitarias de nuestras fuerzas, sino también las de la población civil local. Al respecto vale mencionar que nunca antes en sus historia estuvieron en este aspecto tan bien atendidos y protegidos, gracias a la labor humanitaria de estos profesionales, que se hicieron cargo del hospital loca, hasta ese momento muy pobre tanto en equipamiento como en personal médico. Debe agregarse aquí a las jóvenes enfermeras y a las igualmente jóvenes instrumentadoras llamadas por el Ejército.
Hubo también varios funcionarios, técnicos y operarios pertenecientes a las empresas YPF, GAS DEL ESTADO, LADE que estaba cumpliendo funciones en Puerto Argentino incluso antes de la Operación Rosario. La contribución de este personal a la causa nacional fue valiosa y también tuvieron que sufrir la ordalía de la guerra.