Palabras del señor secretario general naval de la Armada Argentina, contralmirante VGM. Dn. Adalberto José Allovero, en el acto oficial de la fuerza.
Predio del edificio libertad, 9 de mayo de 2008
“Desde hace 26 años, en el mes de mayo, hacemos un alto para recordar a los hombres de mar caídos en aquella memorable gesta nacional por las islas Malvinas.
Hoy, particularmente, queremos rendir un especial y merecido homenaje a todos los integrantes de la Marina Mercante y de la Prefectura Naval que, sin tener estado militar, combatieron codo a codo con los hombres de las fuerzas armadas en las frías y ventosas extensiones de nuestro atlántico sur.
El tiempo, virtuoso en el arte de curar heridas, es a la vez inclemente con los recuerdos, por eso, año tras año, realizamos esta ceremonia conmemorativa, para no olvidar, para devolvernos el derecho y el deber de recordar, objetiva pero orgullosamente lo que pasó.
Es que al recordar y testimoniar nuestra admiración por el coraje y entrega de estos héroes, revivimos la historia de una alianza en la batalla tan antigua como la nación misma.
Nuestra primera flota, la del Almirante Brown, se formó con el aporte invalorable de los marinos mercantes de la época que, inspirados en la idea creadora de la libertad, fueron al combate con un mínimo apresto pero son sobrado coraje, sobre buques comerciales transformados en buques de combate, disciplinándose tras el liderazgo de un puñado de hombres con experiencia en otros mares para ganar a costa de su sangre, la deseada paz y libertad que anhelaban.
Durante la gesta de Malvinas las cosas no ocurrieron de otro modo, el llamado de la patria nos encontró a todos los marinos sin distinciones, firmes sobre las cubiertas de nuestros buques, como en el pasado, pero esta vez con una diferencia, los marinos mercantes que tripularon sus unidades, no fueron movilizados, no hizo falta, todos fueron voluntarios ya que, en libertad de desembarcar, en uso de merecidas licencias por el tiempo que llevaban en el mar, respondieron al clarín de la patria sin vacilaciones, listos para luchar sin desmayos por la dignidad de nuestra nación, ya que el momento así lo requería.
La historia se repetía, aquellos marinos de 1982 se comportaron como aquel conjunto de extranjeros y paisanos que hermanados con su ejemplo, supieron escribir las mejores páginas de la historia naval argentina.
Hoy, nos orgullecemos de aquellos y de estos hombres que, como 200 años atrás, cumplieron con coraje, pericia y subordinación las más complejas y riesgosas tareas asignadas, imprescindibles para el sostenimiento de las operaciones del componente militar, arriesgando sus vidas en las aguas que bañaban las costas malvinenses a bordo de cargueros de ELMA, de YCF y de empresas privadas, buques tanque de YPFf, pesqueros de altura, transportes navales o buques guardacostas.
El enemigo también movilizó para el combate, además de una flota de buques de guerra, a sesenta y nueve buques mercantes, sin los cuales su campaña hubiera sido infructuosa, demostrándose en ambos bandos desde el inicio de las operaciones la vigencia del concepto de “poder marítimo” y la importancia de contar con buques de bandera y marinos propios para enfrentar un desafío nacional.
Fue en ese combate entonces cuando los medios tripulados por marinos civiles, militares y de la Prefectura Naval, ejecutaron misiones logísticas, de inteligencia, de control del tráfico marítimo y policial distinguiéndose por su espíritu de sacrificio, iniciativa e indomable valor.
Esos hombres, con la piel y el espíritu curtidos por el mar, supieron afrontar con hidalguía los mayores peligros, rompiendo el bloqueo impuesto y transportando pertrechos vitales para la defensa y la supervivencia, en apoyo de quienes desde recónditos puestos repelían al invasor,
Como no recordar esos momentos.
Como no recordar a los hombres de la prefectura naval, que se enfrentaron en desigual combate desde sus guardacostas con una abrumadora desventaja frente a medios de la fuerza de tareas invasora.
En las islas permanece el espíritu de sus medios, los guardacostas Río Iguazú e Islas Malvinas y las aeronaves PA-50, PA -54 y PA -12 pero las acciones heroicas de sus hombres, los heridos en combate y las ofrendas de vida que significaron las muertes del cabo segundo Julio Omar Benítez y del marinero Jorge Eduardo López permanecen para siempre en nuestra memoria.
Como no recordar a los hombres de la Marina Mercante, que desarmados soportaron ataques aéreos y navales de todo tipo, reemplazando un inexistente poder de fuego con coraje, iniciativa e ingenio.
Algunos regresaron con heridas indelebles, que arrastrarían de por vida, en su alma y en su cuerpo, pero varios de ellos ofrendaron su vida en la noche voraz de la guerra.
Las armas enemigas cobraron el precio de tanta bravura y tanto coraje, con la pérdida de los buques “Río Carcarañá”, “Bahía Buen Suceso”, “Isla de los Estados” y “Narwal”. Y con ellos la vida de los valientes capitanes de ultramar Panigadi y Bottaro, el piloto de ultramar de 1° Politis, el maquinista naval de 2° Aguirre, el maquinista naval de 3° Cuevas, el contramaestre Ibáñez, el cabo de mar Bollero, los marineros Cayo, Lima y Olveira, el 1° electricista Mendieta, el 1° mecánico Hüdepohl, el 1° cabo Mina, el 1° cocinero Luzardo, el mayordomo Sandoval y el marinero Rupp.
Para todos ellos nuestro máximo…más sentido y especial reconocimiento…por habernos dado el ejemplo supremo de arriesgarlo todo por la integridad espiritual y territorial de ésta nación.
Nosotros como hombres de armas, bien sabemos que nadie elige morir en combate, no se elige el momento, no se elige la forma, solo se elige arriesgar nuestro bien más preciado que es la vida, como parte de un compromiso previo que hemos contraído con la patria.
La muerte en combate es la consecuencia del efecto de las armas del oponente.
Por eso entendemos y valoramos al extremo, esa decisión previa tomada por hombres sin estado militar, que sin obligación de tomarla, pudiendo haberse negado, arriesgaron además de su vida, la pérdida de todo lo que es el hombre despojado de sus bienes, el hombre de familia, hijo, esposo y padre… No hay gesto más desinteresado para ofrecer a una sociedad que no siempre los ha reconocido en toda su dimensión.
Por eso hoy, más que nunca, parte de éste homenaje es para que reflexionemos juntos sobre la enorme trascendencia de su generosidad.
Su ejemplo nos compromete en el presente y en el futuro, a todos nosotros, marinos, hombres y mujeres de mar, a luchar unidos, firmes sobre nuestras cubiertas, con lealtad y sentido de grandeza, por una república mejor para nuestros hijos.
Para todos ellos, para nuestros héroes, para nuestros camaradas caídos en el mar… Digamos “presente” en su memoria. Su desinteresada entrega debe ser nuestra guía y ejemplo.
Hoy aún permanecen de guardia en los puentes, y cubiertas de los buques que quedaron en Malvinas, navegando, patrullando sus aguas en la memoria, es nuestro compromiso que la llama que encendieron no se apague, para que nos ilumine nuestro camino hacia ese futuro de grandeza y para cuando llegue el tiempo en el que nuestro pabellón, vuelva a flamear sobre nuestras irredentas Islas Malvinas.
Que dios y nuestra señora Stella Maris los tenga en su gloria”.
Nota del Centro de Civiles Veteranos de Guerra “Operativo Malvinas”:
En nombre de nuestros Camaradas, agradecemos profundamente al señor Secretario General Naval de la Armada por sus conceptos, como así también al señor Jefe del Departamento de Relaciones Públicas, Capitán de Navío VGM Dn. Marcelo Corona, por su atención y habernos facilitado el texto original del discurso.